Hace eones, cuando el vacío primordial respiró por primera vez, nació el dharma(En sánscrito, en pali = dhamma) Uno de términos budistas ... Más, la esencia de todo lo que es y será. Esta esencia, que algunos llamaron Dios y otros simplemente la Verdad, era la interconexión infinita entre todas las cosas: los astros y los océanos, las montañas y las nubes, el hombre y el polvo. De esta red surgió la Tierra, un lugar perfecto donde cada ser viviente era un hilo que sostenía el tejido del cosmos.
Los humanos, nacidos de esa misma esencia, recibieron un gran regalo: la conciencia. Podían contemplar el flujo eterno de la existencia y actuar en armonía con él. Durante un tiempo, vivieron como guardianes del equilibrio, entendiendo que su mente y su corazón estaban conectados con el todo. Pero, como una llama que crece hasta consumir su propia fuente, el ego despertó en ellos.
El ego trajo el deseo, y con el deseo, la ilusión del «yo» y del «mío». Creyeron que estaban separados del resto, que podían controlar la naturaleza sin consecuencias. Pero lo que los humanos olvidaron fue que el dharma(En sánscrito, en pali = dhamma) Uno de términos budistas ... Más no puede ser negado: lo que ocurre dentro del ser humano ocurre también en el universo. La Tierra comenzó a reflejar la oscuridad que crecía en sus corazones. Sus desastres naturales no eran castigos, sino la consecuencia directa de su propia mezquindad.
Cuando el hombre se volvió avaro, la tierra se volvió estéril. Cuando el hombre desató guerras, los cielos rugieron con tormentas furiosas. Cuando el hombre dejó de escuchar, los ríos se desbordaron, clamando en lenguas que ya no podían entender. Todo estaba conectado, como una cuerda vibrando al unísono: el sufrimiento interno del ser humano resonaba en los terremotos y los incendios, en los mares furiosos y las sequías interminables.
El dharma(En sánscrito, en pali = dhamma) Uno de términos budistas ... Más, que no juzga ni castiga, simplemente observa. Su esencia, como el agua, se adapta y fluye. Y un día, el dharma(En sánscrito, en pali = dhamma) Uno de términos budistas ... Más, la esencia de Dios, dejó de intervenir. No fue un acto de abandono, sino de compasión: soltar para que los humanos comprendieran la magnitud de su conexión con el todo.
Cuando la humanidad se volvió incapaz de sostener el equilibrio, la Tierra dejó de girar en su órbita. Se liberó del abrazo de su estrella y comenzó a vagar por el universo. Era un reflejo de la propia humanidad: perdida, desconectada de su centro, buscando un propósito sin comprender que este siempre había estado dentro.
En el caos que siguió, algunos humanos continuaron su descenso en la ignorancia, tratando de dominar incluso un mundo que ya no respondía a sus deseos. Pero otros comenzaron a despertar. Meditando en las noches interminables de un cosmos errante, entendieron que no eran víctimas de un abandono, sino de su propia ceguera. Reconocieron que cada pensamiento, cada acción, era una vibración que resonaba en todo el universo.
Los sabios que despertaron comenzaron a enseñar esta verdad: «Lo que ocurre en tu mente ocurre en el mundo. Si purificas tu corazón, también purificarás la Tierra.» Poco a poco, pequeñas comunidades comenzaron a vivir según este principio. Dejaron de luchar contra la naturaleza y empezaron a escucharla. Aceptaron la impermanencia de la existencia y aprendieron a cultivar la compasión y la paz.
Un día, mientras la Tierra navegaba por el vacío, apareció un nuevo sol, un sistema con un planeta fértil. Muchos lo vieron como una señal, una segunda oportunidad para la humanidad. Pero los más sabios dijeron: «El problema nunca fue la Tierra. El problema era nuestro corazón. Si llevamos nuestra ignorancia a este nuevo mundo, lo corromperemos también. Si llevamos compasión, lo convertiremos en un paraíso.»
Así, la humanidad se dividió. Algunos siguieron vagando con la Tierra, aceptando su errancia como una lección eterna. Otros viajaron al nuevo planeta, llevando consigo las enseñanzas de la Deriva Sagrada. Pero todos aprendieron una verdad inquebrantable: el dharma(En sánscrito, en pali = dhamma) Uno de términos budistas ... Más no está en un lugar ni en un dios externo. Está en la interconexión de todo, en cada pensamiento, en cada acción. Al sanar uno mismo, se sana el mundo.
La historia de la Tierra se convirtió en un recordatorio eterno: no se puede escapar de la interconexión, porque somos parte del todo. El verdadero despertar no está en encontrar un nuevo hogar, sino en entender que siempre hemos sido uno con el universo.